Sierra Velluda |
Los años pasaron y sentía que llegaba el momento para intentar este gran objetivo. La preparación no fue exclusiva para este cerro ya que año tras año, salida tras salida, íbamos aprendiendo lo que necesitaríamos aquí.
El grupo en un comienzo estaba integrado por varias personas, pero debido a lo exigente que sería la salida solo 5 decidimos ir. Las 2 AM del sábado fue la hora escogida para partir de Chillán. Juan Carlos, Guillermo, Gerónimo, Hugo y yo los participantes. Nos turnábamos para manejar, ya que la semana laboral nos podía pasar la cuenta y el sueño a esa hora de la madrugada iba ganando terreno y poco a poco nos dormíamos. Despierto cuando ya estábamos en Los Barros y buscando el camino para poder adentrarnos por el valle y acercarnos algunos kilómetros. Nos detenemos antes que el sol nos alumbre y nos preparamos. Bajamos las mochilas, vemos el equipo que podría ser necesario en el cerro y comienza el trekking de acercamiento. Son las 8 AM cuando nos adentramos por el valle, aún sin tener decidida la ruta a tomar. Cruzamos un pequeño estero por encima de un puente de nieve y llegamos al valle rapidamente, donde decidimos tomar la ruta mas visible, lo cual nos llevará a encaramarnos por el glaciar este.
La travesía por el glaciar gracias a Dios no tiene mayores complicaciones. La abundante nieve mantenía bien cubiertas todas las grietas y el calor del mediodía la hacía lo suficientemente blanda como para hacernos decir algunos improperios cada cierto tiempo. El trekking era muy pesado y cansador.
El haber viajado durante la noche nos estaba pasando la cuenta, así que después de "almorzar" fue necesaria una siesta. Sin darnos cuenta de un momento a otro estábamos todos dormidos y por una hora completa, la Sierra Velluda nos acogió como unos bebés entre sus brazos. Después de eso volvieron las energías y cerca de las 5 PM llegamos al lugar elegido para el campamento. Dos carpas mas un vivac y a prepararnos para el gran día.
A las 3 AM suenan nuestros despertadores y llega la hora de levantarse. Crampones, piolet, arnés, mosquetones, etc. La idea era que no faltara nada. Con la luz de los frontales avanzábamos en la oscuridad de una noche sin luna. Solo siluetas nos guiaban y la confianza por la ruta nos juega una mala pasada. Equivocamos la pasada por "el portón" y mientras salía el sol, nos damos cuenta que habíamos llegado a un sector donde era imposible pasar. En algún lugar nos equivocamos. Regresamos sobre nuestros pasos hasta que, vimos que era tan obvio, ahí estaba el portón. Un pequeño cruce por el glaciar y ahí, frente a nosotros, la canaleta oeste. Habíamos caminado casi 1 hr 1/2 buscando la ruta correcta y ahí estaba, porfín, después de verla en tantas fotos, de escuchar tanto relato. No lo pienso 2 veces y me voy directo a ella. No me importó la hora (había tiempo) ni su inclinación (facil mas de 60º en algunas zonas), yo solo quería subir lo más rápido posible. La rimaya no presentaba mayor difucultad para cruzarla y al mirar atrás ya vislumbraba que el resto de mis compañeros no subiría, quizas tomando esa cautela que decidí dejar en casa en esa salida. Solo el Hugo sigue conmigo hasta el final de la canaleta la cual, en rigor al tiempo, decidmos escalarla en libre, sin cuerdas ni seguros. El tiempo avanza y porfín, a nuestro alcance, el filo y la cumbre allá arriba.
Estaba cerca, el sueño estaba ahí, a poco pasos. Superar el filo no fue dificil, la ausencia de viento ayudó muchísimo y faltando poco ya nos reíamos solos... estábamos en la cumbre de la Sierra Velluda. La vista es espectacular, disfrutábamos de ese instante lo más que podíamos en pocos minutos, ya que teníamos que bajar lo más pronto y rápido posible, no tan solo por tener que volver a Chillán, sino que porque la canaleta ya estaba recibiendo el sol lo cual la hacía peligrosa debido a la caída de rocas y hielo.
Mientras desescalábamos la canaleta aún nos costaba creer que habíamos hecho realidad ese sueño. Nuestros amigos nos esperaban abajo y de pronto el zumbido de una roca que pasa justo por en medio de nosotros nos hace volver a la realidad y aceleramos el paso. Volvemos a pasar la rimaya, el cruce del glaciar (esta vez encordados) y el regreso a las carpas, donde nuestros compañeros ya habían llegado.
Luego el retorno, el largo y cansador trekking para regresar al jeep y regresar a Chillán, con una nueva cumbre para nuestro club y por sobre todo felices por hacer cumplido un sueño de aquellos, que se disfrutan para siempre.