Estudiando la ruta

Estudiando la ruta
Expedición Licancabur

viernes, 23 de agosto de 2013

La carretera austral desconocida

La Ruta 7 es sin duda la carretera más hermosa de Chile y de las más hermosas del mundo. Recorre más de 1000 kms desde Puerto Montt hasta Villa O'higgins y cruza glaciares, montañas, fiordos, lagos, etc, toda la más hermosa zona patagónica. 

 Pero paralela a un segmento de la carretera austral corre un camino casi tan hermoso como esta última. se inicia en Petrohué, a los pies del volcán Osorno y en el extremo sur-oriente del Lago Llanquihue y recorre sectores increíbles como Puelo,Cochamó para rodear el borde sur del Estuario de Reloncaví y llegar hasta unirse con la ruta 7 en Caleta Puelche.

Llegando a Cochamó
El viaje que hicimos con Ximena esta vez comenzó precisamente en Petrohué, luego de un exitoso ascenso al volcán Osorno. Consultamos por esta ruta y decidimos seguirla ya que nos dijeron que estaba pavimentada y en buen estado (lo cual es cierto). Saliendo de Petrohué comienza un camino en muy buen estado, entre cerros bosques muy tupidos, bosques muy verdes y poco a poco el volcán Osorno se deja ver en el retrovisor por lo que detenerse unos minutos para fotografiarlo es casi una obligación, teniendo en cuenta que el camino no es muy transitado. Tampoco vive mucha gente a las orillas del camino ya que es un sector muy poco intervenido, pero a ratos es posible encontrar pequeños villorios. Entre los atractivos de esta parte del camino está la Laguna Los Patos, pequeña, pero linda.

El camino de pronto nos lleva a un sector amplio, donde el río Petrohué descarga sus aguas en el mar, que es tan tranquilo que lo confundimos con un lago. La bahía de Ralún se abría ante nosotros y el camino comenzaba a irse por la orilla del mar desde ahora en adelante (a excepción de un pequeño tramo).

El camino es poco señalizado, pero eso le da otro toque y se vuelve más aventurero el poder recorrerlo. De echo nosotros poco conocíamos de los lugares a donde llegaríamos y los kms que íbamos a recorrer, pero nos dejamos llevar y la sorpresa fue agradable. De pronto un portal con una leyenda que dice "Bienvenido a Cochamó" nos recibe y entramos a un pueblo realmente hermoso. Una gran iglesia de madera, de arquitectura chilota, es lo que primero nos sorprende, además que sus calles de tierra nos llevan hacia una playa pequeña con un embarcadero y un poco mar adentro, un roquerío con un faro era sin duda lo más característico.






El entorno es sobrecogedor. Cerros teñidos completamente de verde por bosques y al fondo se lograba divisar, entre las nubes, el impresionante volcán Yates lo cual compone, quizás, la vista mas característica del pueblo.
Al llegar, tuvimos que buscar una hostal, las cuales no eran muy variadas, creemos que principalmente por la temporada. Finalmente escogimos una que nos cobraba $10.000 p/p y que tenía un ambiente bastante hogareño, piezas grandes y linda vista, precisamente hacia la bahía que describíamos antes. Recorrer el pueblo no es difícil no tampoco se tarda mucho en poder conocerlo completo. Son pocas calles, pero con lindas viviendas y la gente obviamente se caracteriza por ser como en la Patagonia, agradables, amables y acogedores. Pasamos a un pequeño restaurant, el único que encontramos abierto después del atardecer y obviamente pedimos algo de la zona, salmón y xxxxx (no me acuerdo). Luego recorremos un poco más del pueblo y a dormir ya que al día siguiente la idea era llegar hasta Hornopirén.


Faro y volcán Yates.
Iglesia de Cochamó.
Nos levantamos temprano y el día estaba maravilloso, despejado y agradable. Salimos del pueblo y la primera detención es a la entrada del valle de Cochamó, paraíso de los escaladores y un trekking que en algún momento de la vida hay que hacer.




Luego, nuestra admiración se la llevaría el extraordinario río Puelo, el cual rodeamos desde su desembocadura y cruzamos por un puente que demuestra lo extraordinario que es este río. El color verdoso de sus aguas y la gran cantidad de caudal lo hace sorprendente. Un paraíso para los amantes de la pesca (disciplina que con Ximena no nos agrada mucho) y que además se encuentra amenazado por el proyecto de Mediterraneo S.A. que prentende construir una Central de Pasada en el río Manso, afluente del Puelo. Todo esto ha producido todo un debate, tanto por la Central misma como por la inevitable línea de transmisión que debería pasar por el Estuario de Reloncaví. Con este tipo de proyectos vemos lo indefensos que se encuentran estos paisajes que por ser aislados y con poca intervención, se cree que es fácil traer "progreso" sin importar cuanta destrucción pueda venir de la mano con esto, no tan solo natural, si no que al estilo de vida de aquellas personas que viven de la belleza de este entorno.




Lago Tagua Tagua
Llegamos siguiendo algunas indicaciones hasta el lago Tagua Tagua, que es un embalse natural del mismo río Puelo y por el cual es posible cruzar en un transbordador para llegar a otros sectores más aislados (Llanada grande y el paso internacional río Puelo). Aquí nos detenemos a cocinar el almuerzo (y tenemos la visita de un agradable amigo) para planear el resto de la tarde y nuestra llegada a Hornopirén.





Iglesia en Puelo
Pasamos por el pueblo de Puelo el cual es muy chiquitito, tiene pocas casas, una escuelita, Iglesia. No nos detenemos ni recorremos mucho, así que seguimos nuestro camino hasta volver a encontrarnos con el estuario y los criaderos de salmones los cuales abundan por toda la orilla aprovechando la tranquilidad de estas aguas. La vista sigue siendo hermosa, teniendo a la vista la otra orilla del estuario hasta que llegamos a la junta de nuestro camino con la Ruta 7, la carretera austral, en el sector llamado Caleta Puelche, donde también se realizan los embarcos/desembarcos de los transbordadores que cruzan el estuario en uno de los varios puntos en donde la carretera cede terreno al mar. Desde aquí la ruta sigue internándose en bosques y cerros hasta llegar al pueblo de Contao, lugar en donde la carretera se aleja del mar para volver a encontrarse con este en el pueblo de Hornopirén.


Ruta 7




Salmoneras




El camino sigue, cruzando cascadas, cerros y bosques. Cuando la tarde ya estaba muy avanzada comenzamos a llegar al pueblo de Hornopirén, capital de la comuna de Hualaihue. El pueblo nos maravilla, pequeño, pero con un sector comercial muy bien abastecido. Como llegamos algo tarde debemos buscar alojamiento rápido, sabiendo que el camping que nuestros amigos nos habían recomendado no estaba habilitado en esta época del año. Entre consultas y consultas, nos recomiendan ir a un camping que estaba "al final de la playa" en el llamado Parque Botánico, el camping "Patagonia El Cobre". Nos costó dar con él, pero finalmente, tras seguir un camino que bordea (literalmente) el mar, llegamos hasta una entrada y finalmente al camping.


El camping es bastante agradable, algo húmedo (agudizado tanto por la época en la que fuimos como por la reciente lluvia que había caído), pero tiene sitios amplios, baños (no estaban en muy buen estado ni muy limpios) y linda vista a la bahía. Después de armar la carpa volvemos al pueblo a recorrer y comprar algunas cosas. Además paseamos por la costanera, que es sin duda el lugar más atractivo del pueblo, tanto por la vista que esta tiene como por lo bien mantenida que se encuentra. 


volcán Hornipirén

Costanera de Hornopirén.


Volcán Hornopirén.


El camping contaba igualmente con una amplia cocina comedor. Todas las comodidades del camping estaban algo "abandonadas" principalmente por que no era época de turistas.
Al día siguiente, vamos a un mirador ubicado en el mismo camping, desde el cual en altura se podía apreciar el mar, parte del pueblo y los cerros circundantes. Nos hablaban de muchos lugares cercanos que no podíamos dejar de visitar, pero lamentablemente por tiempo, tendríamos que dejarlos para otra oportunidad. ya que debíamos regresar a Chillán y el viaje era muy largo, incluyendo el paso en transbordador y la visita a un último lugar.





El camino de regreso no presentó mayores novedades. Era el mismo que habíamos recorrido el día anterior hasta llegar a Caleta Puelche, donde el transbordador ($9500 por vehículo) nos cruza el estuario de Reloncaví hasta llegar a Caleta La Arena. Esta última es una pequeña caleta donde termina la primera sección de ca carretera austral que parte en Puerto Montt. Aquí es típico comer empanadas en alguno de los locales que hay así como también dejar recuerdos en alguno de los libros para volver a verlos en alguna futura oportunidad.

Seguimos por nuestro camino hasta llegar al Parque Nacional Alerce Andino. Sabíamos que teníamos poco tiempo para recorrerlo, por lo que decidimos tomar un corto sendero que nos llevaría hasta un monumento natural. El trekking es bastante tranquilo y el sendero es muy verde, rodeado de bosques y bordeando un río. La maravilla llega cuando aparece ante nosotros el Alerce milenario, Monumento Natural que con sus más de 2 mil años es con toda seguridad de los seres vivientes más longevos del planeta. Sentir la energía que este inmenso árbol nos entrega es algo indescriptible y saber que esta especie estuvo a punto de ser extinguida por su tala indiscriminada. Actualmente está protegida y se impide su explotación.









Después, retornamos a al auto y emprendemos el regreso a Chillán, habiendo conocido la belleza de esa zona de la cual poco habíamos escuchado, pero nos sorprendió gratamente y de la cual sin duda quedaron sectores por conocer.

jueves, 22 de agosto de 2013

Del Plomo y otros colores.

Cuando hay un desafío, un anhelo, una meta, es preciso hacer todos los esfuerzos para poder alcanzarla. Eso era el cerro Plomo para mi, un sueño poder conocerlo, una meta su cumbre alcanzar. Ya había tenido un par de intentos anteriores (en el primero, mi grupo alcanzó la cumbre, pero el frío me "mandó" para abajo a los 5 mil mts y en el segundo junto a Ximena tuvimos un cambio de itinerario y subimos finalmente la Parva y el Pintor).

Esta vez mis compañeros serían dos hombres ya curtidos en la montaña, Andrés y Rodolfo, compañeros del club y amigos en la montaña. Los días escogidos eran 29 y 30 de marzo, Semana Santa para los Cristianos, un fin de semana largo más para el resto de los paganos. El viaje fue nocturno, ya que de acuerdo al itinerario planificado debíamos llegar de madrugada a Valle Nevado para así en el mismo día poder acampar en el sector llamado "Federación" (donde se ubica un pequeño refugio que lleva ese nombre) ubicado a 4600 msnm.

El viaje fue algo cansador. Dormimos un par de horas unos kms antes de llegar a Valle Nevado y a las 7 am abrimos los ojos y terminamos el viaje. En el centro de esquí el correspondiente registro y nos damos cuenta de la gran cantidad de gente que había escogido esos mismos días para ir al cerro. El vehículo de Andrés, por ser bajo y tracción simple, solo podría dejarnos hasta donde terminaba el pavimento, pero coordinamos con un colega montañista que iba al cerro junto a su hijo y tenían camioneta (aunque luego nos enteraríamos que tampoco era 4x4) quienes nos avanzarían hasta el punto donde conectamos con el sendero que viene desde La Parva, ahorrándonos al menos un par de horas de trekking.

En este lugar ya estamos a 3500 msnm y comienza sendero que entre alguna subidas y bajadas nos lleva en primer lugar al sector de Piedra Numerada (3560 msnm). Desde aquí la altura se comienza a sentir un poco (puede ser con dolores de cabeza, fatiga, cansancio, etc.) por lo que la adecuada y constante hidratación cobra especial importancia. En eso no teníamos problemas ya que un estero corría todo el tiempo al costado de nuestro sendero.

Llegamos al refugio de Federación, donde cada uno arma su carpa. Si bien íbamos en grupo, los desafíos eran individuales. Seríamos un equipo, sin duda, pero cada uno tenía sus metas personales que cumplir. Cocinamos, conversamos y nos preparamos para partir muy temprano al otro día por lo que el sueño llegó muy temprano.

Refugio Federación.
El frío aún no llegaba a su máximo cuando salimos de las carpas y nos unimos a la larga fila de montañeros, que al igual que nosotros, buscaban llegar a esa ansiada cumbre. A paso lento ganábamos altura en dirección a la primera meta, el refugio de Agostini, a 4600 msnm. Al llegar un pequeño exabrupto con algunos guías que se habían "adueñado" del pequeño habitáculo, pero sólo fue una anécdota en el hasta ese momento, agradable ascenso.


Refugio Agostini.


Continuamos subiendo y a medida que el sol comenzaba a iluminar, las linternas frontales se apagaban y nos comenzábamos a distanciar. Andrés mantenía buen ritmo y tomó una ruta, con Rodolfo, tomamos otra que nos llevaba al mismo lugar. Algunos desistían de sus intentos y comenzaban a bajar. Nosotros, pese a que las fuerzas se hacían pocas, seguimos adelante y llegando al cruce del glaciar vemos que nuestro compañero Andrés ya estaba al otro lado y nos esperaría. El cruce del glaciar no son mas de 50 metros, pero son lo que más cuidado y atención exigen en la ruta ya que un traspié y son 500 mts de desnivel hasta donde podrías detenerte. 

El grupo nuevamente se reúne y enfilamos hacia la cumbre, los últimos metros llenos de emoción y cansancio. El fuerte viento nos indicaba que ya quedaba poco y las lágrimas se agolpaban por salir de mis ojos. La cumbre estaba ahí, al alcance de nuestra mano. Los 5424 msnm del Plomo estaban ya bajo nuestros pies. La alegría nos inundaba, para Rodolfo y para mi era nuestro primer 5 mil. Para Andrés era casi como si lo fuera (ya había subido el Lascar) ya que la emoción no la podía ocultar.

El descenso se hace largo. Primero hasta las carpas y luego hasta el vehículo. Y luego hasta Chillán. Lo habíamos logrado en base a esfuerzo y perseverancia. El cerro Plomo, sagrado de Incas y de montañistas, nos había permitido llegar a su cumbre.


martes, 6 de agosto de 2013

Torres del Paine (casi) perfecto.


Para que seguir diciendo lo que significa la Patagonia para nosotros.Sería redundar. Pero nuestro amor por esa zona  del planeta nos motiva a ir permanentemente o estar pensando en cuando será la próxima vez que podremos estar en esas ventosas tierras. Lamentablemente ese año (2012) con Ximena nuestras vacaciones no coincidirían (tenía que tomar mis vacaciones antes de marzo de ese año y ella no podía tomarlas antes de esa fecha), así que me decidí a hacer un viaje solo, recorrer aquel lugar que  nos había albergado en nuestras primeras vacaciones juntos, pero esta vez solo.

Como no decidí con suficiente tiempo si viajaba o no, me vi obligado a comprar los pasajes con pocas semanas de anticipación y estaban bastante más caros que en otras oportunidades (consejo: compren pasajes aéreos con antelación). Iba a pasar una semana en la patagonia magallanica, principalmente dentro del Parque Nacional Torres del Paine, el cual había sido víctima pocas semanas antes de un terrible incendio provocado por la irresponsabilidad de un turista israelita, por lo que necesitaba ver que tanto había cambiado el paisaje debido a esto.


El viaje de ida fue de madrugada ya que calculaba llegar a Punta Arenas  a eso de las 5 de la mañana y poder tomar el primer bus que sale hacia Puerto Natales a las 7 am. El vuelo de LAN llegó sin retrasos y en el aeropuerto de Punta Arenas me pude dar cuenta que unos cuantos jóvenes estaban en la misma situación que yo. Después de dormir un rato dentro del recinto, conversé con los otro chicos que estaban "haciendo hora" y todos coincidíamos en el itinerario. Los jóvenes (que eran 3) me acompañarían los dos primeros días de mi viaje. Eran Sergio, Fabiana y Pablo (la verdad no recuerdo cómo se llamaba, así que le diremos Pablo), los dos primeros un matrimonio joven que gustaban de hacer trekking y que iban a hacer la "O" y Pablo era un médico oftalmólogo que aprovechando un operativo que harían en Natales, viajó días antes para poder hacer también la "O", pero en 3 o 4 días (cuando lo ideal es ocupar 8 o 10 días). Entre los 4 le pagamos a un vehículo para que nos llevara hasta Punta Arenas, específicamente al Terminal de los Buses Fernández. Durante el trayecto entre el aeropuerto y la ciudad el sol de un día espectacular comenzaba a asomar al otro lado del Estrecho de Magallanes. Sin ni una nube por todo el cielo (mientras en Chillán, caía un aguacero de aquellos, llenando todas las calles de agua con solo unos pocos minutos de lluvia). Ya en el Terminal le comenzaba a contar a mis nuevos compañeros de viaje sobre el Parque y los orientaba un poco sobre el itinerario que ellos tenían previsto. Por mi parte, mi idea era ese día llegar hasta el Campamento Chileno, a medio camino del mirador de las Torres del Paine para al otro día poder ver el amanecer desde las Torres.

El bus salió a las 7am desde Punta Arenas y al poco andar ya estaba durmiendo y solo desperté cuando estábamos por llegar a Puerto Natales. Eran cerca de las 10 de la mañana y aún quedaban cosas por comprar. Seguimos los 4 recorriendo la ciudad, compré cosas faltantes (gas, pan, algo más de comida, etc) y luego un buen almuerzo antes de que a las 14 hrs tomáramos el bus (Buses Gomez donde había reservado pasajes por internet) para ir a las Torres.


El buen tiempo acompañó todo el resto del día. Al llegar al Parque se notaba bastante movimiento, muchos turistas (la mayoría extranjeros) y el paisaje siempre espectacular. No habían nubes que taparan la vista entre las Torres del Paine y yo. Gracias a mi carnet de montañista federado pude entrar sin pagar al Parque (el valor para chilenos es de $5 mil) y luego tomo el transfer que hace el recorrido entre la llegada de los buses y el camping (igualmente se puede hacer a pié, pero es un poco largo y sin mucho paisaje que ver). El transfer vale $2500.- Ya estando en la Hostería Las Torres, mis 3 nuevos compañeros deciden hacer el mismo recorrido que haré yo, por lo que comenzamos el trekking hasta el Campamento Chileno, el cual nos debería tomar unas 2 a 3 horas.


Valle del Río Ascensio rumbo a Campamento Chileno.
Campamento chileno

Este sendero tiene un fuerte desnivel al comienzo (sin duda la parte más agotadora del camino) y a medida que se gana altura también la vista se hace más impresionante, hacia el sur los lagos que rodean el Parque y todo el valle del río Ascensio que tiene como uno de sus afluentes un estero que nace de la laguna a los pies de las Torres. Al llegar al campamento, en este ya había harta gente, quedando pocos espacios para poder instalar la carpa. Como les había mencionado, la mayoría de los turistas son extranjeros y lamentablemente los chilenos se destacan por ser los menos preparados (no todos, pero la mayoría). Luego de instalar la carpa nos volvemos a reunir los 4 y aprovechamos una mesa que se desocupó para poder preparar la cena. Cómo solo yo conocía el parque, planificamos (con un pequeño margen de error) el día siguiente, donde el objetivo era poder ir a ver el amanecer a la base de las Torres del Paine. 

Salimos muy temprano, me parece que no más allá de las 5 am ya que en verano amanece muy temprano en esta austral zona. Comenzamos a caminar muy rápido, distanciándonos al poco andar. Cuando aún nos faltaba un poco para llegar, el sol comienza a asomar por lo que al momento de llegar hasta la misma base de las Torres, los colores del amanecer ya se habían fugado y unas nubes grises eran nuestro techo, cubriendo a ratos las cumbres de las Torres. Habíamos fallado en el objetivo, pero aún así la vista de esas moles de roca impresiona sin importar el momento del día o el estado del tiempo.


Torres del Paine y laguna Torres.

Después de las respectivas fotos y contemplar este hermoso y único paisaje, comenzamos el retorno, no sin antes sentir el motor de un helicóptero que se internaba por el valle rumbo al Campamento Japonés (ubicado al otro lado de las Torres y que está destinado solamente a escaladores), lo que nos indicaba que probablemente algún accidente había tenido lugar ahí. Llegamos al campamento, desarmamos la carpa y raudos comenzamos el descenso hasta el mismo lugar donde habíamos llegado el día anterior, la Hostería Las Torres, punto de inicio de cualquiera de los senderos (ya sea la W o la O). Aquí venía la despedida, de Sergio y Fabiana, quienes seguían hacia el refugio Los Cuernos y de Pablo, quien seguía hacia Serón para hacer el circuito largo. Yo me disponía a quedarme en el camping de la Hostería para al otro día intentar llegar hasta el Pingo. Y aquí viene mi tragedia. Pago mi derecho a camping y al momento de armar mi carpa (solo), cuando estoy instalando la primera varilla, la fuerzo demasiado y eso junto con el desgaste que le encontraría a la uniones de las varillas, se me quiebra no solo una, sino que ambas varillas de mi carpa. "Aquí se terminó mi viaje" dijo yo. Pero de pronto me recuerdo que un amigo ese mismo día debía estar terminando de hacer su recorrido por la "O" y tenía que llegar al mismo lugar donde yo estaba, así que me dispuse a esperarlo pacientemente. Pasaron horas y horas, vi llegar e irse a muchos turistas (hasta la Hostería se puede llegar en vehículo) hasta que de pronto, ya bien entrada la tarde, aparece Paulo junto a sus 3 amigos con los que andaba. Estaba "chato", venían bajando de las Torres también (que en horas de la tarde se habían despejado completamente) así que, obviamente después de saludarlo, le imploré que me pudiera prestar su carpa ya que el regresaba a Natales ese día y no la utilizaría más. No tuvo reparos en acceder, por lo que hasta hoy le agradezco.

Mi compañero

Ya con carpa, podría seguir con mi itinerario previsto, el cual contemplaba al día siguiente tomar el transfer para salir nuevamente a la Porterìa en Laguna Amarga, tomar el bus y continuar el recorrido que este sigue hasta llegar a la Administración en Serrano y desde ahí seguir a pié (haciendo "autostop") para con mucha fe poder llegar ese mismo día hasta la Guardería Lago Grey y desde ahí continuar hastal el valle del Pingo. Mi interés en conocer ese sector era porque es de los pocos lugares del Parque que aún se mantienen intactos, ya que los incendios habían afectado a gran parte de los otros sectores (Laguna Azul, administración en Laguna Amarga, Grey, Pehoé, Pudeto).

Tomé el transfer (tuve la suerte de que no me cobraran, solo por un descuido del chofer) y luego el bus. A poco andar, comienzan a aparecer los primeros indicios del gran incendio que había afectado a la zona solo un mes antes. Arbustos quemados por la orilla del camino, todo el pastizal igualmente quemado, muestra que el fuego no había tenido compasión con absolutamente nada había tenido en el viento, sin duda, un gran aliado lo que permitió que avanzara sin obstáculo alguno durante varios días. Llegamos al sector de Pudeto donde varias personas se bajaban para tomar la embarcación que cruza el lago Pehoé para llegar al refugio Paine Grande. Aquí es realmente penoso ver todo quemado, los pequeños bosques, pastizales, arbustos, todo eran esqueletos negros alzándose, muertos, hacía el claro cielo que teníamos en ese momento. También se había quemado la casa del Guarda parques y sólo había sobrevivido un pequeño negocio (Que estaba forrado en lata). Fui a ver el Salto Grande (que une los Lagos Nordenskjold y Pehoé) y luego volví al bus para seguir mi recorrido hasta la Administración en Serrano. El recorrido es igualmente triste ya que el paisaje continúa mostrando las secuelas del incendio hasta llegar al final del recorrido del bus. Me bajo y a un costado de la sede administrativa aún se encontraban dos helicópteros. También había un grupo de jóvenes del INJUV que estaban realizando trabajos voluntarios de recuperación del Parque, tanto de senderos, puentes como señaléticas.



Rastros del incendio
Pudeto
Comienzo a caminar y la única opción para poder llegar en el día al Grey era hacer "auto stop" y que alguién de buen corazón me transportara los cerca de 15 kms que hay hasta llegar al Lago Grey, mirador Ferrier y la entrada al valle del Pingo. Camino junto a otro joven que iba al mismo sector hasta que un vehículo se ofrece a llevarnos a los dos. Era una familia que iba a hacer el recorrido en catamarán que se realiza por el lago Grey hasta el frente del Glaciar. Llegamos al estacionamiento del Hostel Lago Grey y yo me dirijo inmediatamente a conversar con don xxx Barrientos, dato que me había dado mi amigo Esteban (su blog) y quien me podía autorizar a acampar o darme alguna orientación sobre el Pingo y la posibilidad de ver huemules (que era mi objetivo). Muy amable me entrega orientación y me dice que lamentablemente por restricciones de último momento, debido al incendio, no estaba permitido acampar en el Pingo ni en Zapata, si no era con un guía autorizado (lo cual no me lo informaron al momento de ingresar al Parque). Como alternativa, me recomienda subir al mirador Ferrier ya que el día estaba muy lindo y lo más seguro es que tendría una vista espectacular del Parque y si además tenía mucha suerte, podría divisar algún huemul.


Y no se equivocó. El sendero en poco más de 1 hora me llevó hasta el, sinceramente, más espectacular mirador que tiene el Parque. Podía ver desde el glaciar Zapata (?), glaciar Pingo, Glaciar y Lago Grey, Paine grande, Cuernos del Paine, Lagos Nordenskjold, Pehoé, Toro, o sea el Parque casi en si totalidad. El cielo, sin ninguna nube (solo hacia el sector de campos de hielo sur) estaba perfecto para contemplar durante mucho tiempo ese hermoso espectáculo de montañas, hielos y lagos. El viento era el único obstáculo ya que cerca de los 80 kms hacía descender la temperatura de forma increíble.



Glaciar Pingo

Mirador Ferrier


Después de estar cerca de 1 hr en el mirador comienzo a bajar, pendiente de cada sonido que escuchaba (apenas bajaba el mirador el viento desaparecía) por si lograba ver algún huemul, lo cual no ocurrió en todo el viaje. Al llegar nuevamente donde el señor Barrientos, le consulto por la posibilidad de poder acampar y me señala un lugar a orillas del río Pingo y cercana a la casa del guarda parque donde, una vez que se fuera toda la gente que visitaba el Lago Grey, podría instalar la carpa. Para hacer hora voy a visitar la playa del lago y el mirador, lugar donde llegaban todos los témpanos que se desprendían del glaciar Grey, el cual se alcanzaba a divisar allá lejos. En el mirador reaparecía el viento y la gente se retiraba por lo que pude estar nuevamente solo contemplando esa maravilla de paisaje. El sol se escondía y ya casi toda la gente se había retirado por lo que fui a escoger un lugar protegido a orilla del río para poder instalar la carpa. Cocinar, comer, leer y dormir.

Fue una noche tranquila y el día siguiente estaba tan espectacular como el anterior, por lo que me levanté temprano, desarmé la carpa y arreglé mi mochila (la cual dejé en el pórtico de la casa del guarda parques) y comencé el trekking hacia el valle del Pingo. El valle es demasiado tranquilo, un pequeño sendero lo recorre cruzando pequeñas explanadas, esteros y siempre siguiendo el río Pingo casi hasta su nacimiento, en el lago y glaciar Pingo, pero muchas horas más adelante. Yo recorro cerca de 2 horas hasta llegar a una pequeña cascada donde descanso, tomo agua y como unas pocas de galletas. El recorrido completo espero hacerlo algún día, ya que sin duda esa zona del parque es la que más inexplorada se mantiene. En el retorno me cruzo con un pequeño grupo que iban con un guía. Llego a la casa del guarda parque, le doy las gracias por las orientaciones y comienzo mi regreso para ir hacia el último objetivo del viaje, visitar Pehoé y el campamento italiano.



Lago Grey
Mi campamento a orillas del río Pingo



Valle del Pingo
Nuevamente caminar con la esperanza de que alguien me pudiera transportar hasta Serrano. Al rato un camioneta con un par de "viejitos" que no hablaban ni pisca de español me llevan el resto del camino, hasta Serrano, luego desde ahí camino un poco y una familia me lleva el resto del camino hasta Pudeto, donde debía tomar el catamarán.




Incendio en Pudeto
Cruzando el lago Pehoé
Al llegar a Pehoé me invadió la tristeza. Ese lugar se había convertido en mi preferido la vez anterior que habíamos visitado el Parque con Ximena y ahora se encontraba todo quemado. El camping que está ubicado a un costado del Hostel Paine Grande (que no le pasó nada con el incendio) ya no existía. Por suerte se había salvado el quincho, lugar donde se podía comer un poco más protegido. Al no haber camping, converso con el guarda parques quien me permite instalarme en un sector, junto al campamento de los voluntarios. Nada agradable la verdad, principalmente porque el viento levantaba muchas cenizas, el olor a quemado aún era fuerte y no había nada verde alrededor.
Baños del camping Pehoé después del incendio. 
Al otro día era mi último recorrido por el Parque. El día amanecía espectacular, como todos los anteriores. Iría hasta el Campamento Italiano, regresaría para poder avanzar lo que más pudiera hacia el Grey y luego retornar al campamento. El sendero sigue por varios kms rodeado de bosques quemados los cuales se pueden apreciar hasta donde comienzan las nieves eternas del Paine Grande. Después de un par de horas de caminar, el bosque vuelve a estar vivo, retorna el verde y finalmente aparece el Río del Francés y el valle del Francés en todo su esplendo. Cruzo un puente colgante y llego al Campamento Italiano, en el cual había mucha gente y se encuentra bajo un tupido bosque, que hace que el campamento sea siempre muy frío y húmedo.
El día se encontraba espectacular, despejado y desde la cumbre del Paine Grande caía el Glaciar Francés siempre imponente. El día estaba ideal para seguir adentrándose en el valle, pero yo había hecho una promesa y pensaba cumplirla, por lo que el valla del Francés en su totalidad tendría que ser para otra oportunidad.


Campamento Italiano

Paine Grande

Quincho en Pehoé
Me devuelvo por mis pasos y me dirijo hacia Pehoé para luego recorrer un poco el sendero hacia el Grey. El paisaje es igualmente triste, con todo quemado, árboles, arbustos y en sectores aún un fuerte olor a quemado (aún no había pasado ni un mes desde que se controló finalmente el incendio). Paso por la Laguna Los Patos y el fuerte viento hace descender bastante la temperatura. Llego hasta donde pude apreciar el Lago Grey y sus témpanos que el viento arrastra hasta la playa donde había estado 2 días atrás. Era el fin de mi recorrido. Regreso a la carpa y converso con tanto con el guardaparques como con Marcelo, un brasileño con quien nos llevamos muy bien y compartiría hasta el final de mi viaje.



Refugio Paine Grande

Puerto Natales

Monta Balmaceda

Al otro día retorno a Natales, cruzando en catamarán el lago Pehoé y luego en bus hasta la ciudad. Coincidentemente nos quedamos en la misma Hostal con Marcelo (no recuerdo su nombre, pero buscaré la tarjeta) por lo que al día siguiente lo invito a que en bicicleta vayamos a la famosa Cueva del Milodón. El día espectacular y sin viento ayuda mucho el buen pedaleo. Luego a la Hostal, al día siguiente bus a Punta Arenas, (donde veo a mis primos), visita a la Zona Franca y finalmente al aeropuerto y regreso a Chillán. Siempre con gusto a poco, siempre con deseos de regresar una y otra vez (aunque contigo a mi lado hubiera sido de verdad Torres del Paine perfecto).


Torres del Paine