Cuando hay un desafío, un anhelo, una meta, es preciso hacer todos los esfuerzos para poder alcanzarla. Eso era el cerro Plomo para mi, un sueño poder conocerlo, una meta su cumbre alcanzar. Ya había tenido un par de intentos anteriores (en el primero, mi grupo alcanzó la cumbre, pero el frío me "mandó" para abajo a los 5 mil mts y en el segundo junto a Ximena tuvimos un cambio de itinerario y subimos finalmente la Parva y el Pintor).
Esta vez mis compañeros serían dos hombres ya curtidos en la montaña, Andrés y Rodolfo, compañeros del club y amigos en la montaña. Los días escogidos eran 29 y 30 de marzo, Semana Santa para los Cristianos, un fin de semana largo más para el resto de los paganos. El viaje fue nocturno, ya que de acuerdo al itinerario planificado debíamos llegar de madrugada a Valle Nevado para así en el mismo día poder acampar en el sector llamado "Federación" (donde se ubica un pequeño refugio que lleva ese nombre) ubicado a 4600 msnm.
El viaje fue algo cansador. Dormimos un par de horas unos kms antes de llegar a Valle Nevado y a las 7 am abrimos los ojos y terminamos el viaje. En el centro de esquí el correspondiente registro y nos damos cuenta de la gran cantidad de gente que había escogido esos mismos días para ir al cerro. El vehículo de Andrés, por ser bajo y tracción simple, solo podría dejarnos hasta donde terminaba el pavimento, pero coordinamos con un colega montañista que iba al cerro junto a su hijo y tenían camioneta (aunque luego nos enteraríamos que tampoco era 4x4) quienes nos avanzarían hasta el punto donde conectamos con el sendero que viene desde La Parva, ahorrándonos al menos un par de horas de trekking.
En este lugar ya estamos a 3500 msnm y comienza sendero que entre alguna subidas y bajadas nos lleva en primer lugar al sector de Piedra Numerada (3560 msnm). Desde aquí la altura se comienza a sentir un poco (puede ser con dolores de cabeza, fatiga, cansancio, etc.) por lo que la adecuada y constante hidratación cobra especial importancia. En eso no teníamos problemas ya que un estero corría todo el tiempo al costado de nuestro sendero.
Llegamos al refugio de Federación, donde cada uno arma su carpa. Si bien íbamos en grupo, los desafíos eran individuales. Seríamos un equipo, sin duda, pero cada uno tenía sus metas personales que cumplir. Cocinamos, conversamos y nos preparamos para partir muy temprano al otro día por lo que el sueño llegó muy temprano.
El frío aún no llegaba a su máximo cuando salimos de las carpas y nos unimos a la larga fila de montañeros, que al igual que nosotros, buscaban llegar a esa ansiada cumbre. A paso lento ganábamos altura en dirección a la primera meta, el refugio de Agostini, a 4600 msnm. Al llegar un pequeño exabrupto con algunos guías que se habían "adueñado" del pequeño habitáculo, pero sólo fue una anécdota en el hasta ese momento, agradable ascenso.
Continuamos subiendo y a medida que el sol comenzaba a iluminar, las linternas frontales se apagaban y nos comenzábamos a distanciar. Andrés mantenía buen ritmo y tomó una ruta, con Rodolfo, tomamos otra que nos llevaba al mismo lugar. Algunos desistían de sus intentos y comenzaban a bajar. Nosotros, pese a que las fuerzas se hacían pocas, seguimos adelante y llegando al cruce del glaciar vemos que nuestro compañero Andrés ya estaba al otro lado y nos esperaría. El cruce del glaciar no son mas de 50 metros, pero son lo que más cuidado y atención exigen en la ruta ya que un traspié y son 500 mts de desnivel hasta donde podrías detenerte.
El grupo nuevamente se reúne y enfilamos hacia la cumbre, los últimos metros llenos de emoción y cansancio. El fuerte viento nos indicaba que ya quedaba poco y las lágrimas se agolpaban por salir de mis ojos. La cumbre estaba ahí, al alcance de nuestra mano. Los 5424 msnm del Plomo estaban ya bajo nuestros pies. La alegría nos inundaba, para Rodolfo y para mi era nuestro primer 5 mil. Para Andrés era casi como si lo fuera (ya había subido el Lascar) ya que la emoción no la podía ocultar.
El descenso se hace largo. Primero hasta las carpas y luego hasta el vehículo. Y luego hasta Chillán. Lo habíamos logrado en base a esfuerzo y perseverancia. El cerro Plomo, sagrado de Incas y de montañistas, nos había permitido llegar a su cumbre.
Llegamos al refugio de Federación, donde cada uno arma su carpa. Si bien íbamos en grupo, los desafíos eran individuales. Seríamos un equipo, sin duda, pero cada uno tenía sus metas personales que cumplir. Cocinamos, conversamos y nos preparamos para partir muy temprano al otro día por lo que el sueño llegó muy temprano.
Refugio Federación. |
Refugio Agostini. |
Continuamos subiendo y a medida que el sol comenzaba a iluminar, las linternas frontales se apagaban y nos comenzábamos a distanciar. Andrés mantenía buen ritmo y tomó una ruta, con Rodolfo, tomamos otra que nos llevaba al mismo lugar. Algunos desistían de sus intentos y comenzaban a bajar. Nosotros, pese a que las fuerzas se hacían pocas, seguimos adelante y llegando al cruce del glaciar vemos que nuestro compañero Andrés ya estaba al otro lado y nos esperaría. El cruce del glaciar no son mas de 50 metros, pero son lo que más cuidado y atención exigen en la ruta ya que un traspié y son 500 mts de desnivel hasta donde podrías detenerte.
El grupo nuevamente se reúne y enfilamos hacia la cumbre, los últimos metros llenos de emoción y cansancio. El fuerte viento nos indicaba que ya quedaba poco y las lágrimas se agolpaban por salir de mis ojos. La cumbre estaba ahí, al alcance de nuestra mano. Los 5424 msnm del Plomo estaban ya bajo nuestros pies. La alegría nos inundaba, para Rodolfo y para mi era nuestro primer 5 mil. Para Andrés era casi como si lo fuera (ya había subido el Lascar) ya que la emoción no la podía ocultar.
El descenso se hace largo. Primero hasta las carpas y luego hasta el vehículo. Y luego hasta Chillán. Lo habíamos logrado en base a esfuerzo y perseverancia. El cerro Plomo, sagrado de Incas y de montañistas, nos había permitido llegar a su cumbre.
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