Estudiando la ruta

Estudiando la ruta
Expedición Licancabur

domingo, 8 de junio de 2008

Volcán San José (recuerdo de una aventura)

Nuestro viaje desde un comienzo no fue fácil. Era nuestra primera experiencia en altura, nuestro primer gran cerro, el primer 5 mil que enfrentábamos y al cual íbamos solos. Hubo que documentarse, aprender la ruta, ver la locomoción, alojamiento, comida… fue un poco difícil conseguir todo, pero contamos con la ayuda de buenos amigos que nos facilitaron las cosas. Y así llegó el momento en que tuvimos que partir.

El día 25 de enero, después de haber pasado por Rengo, Rancagua y Santiago, llegamos al Paradero 14 de Vicuña Mackena donde tomamos un TurMaipo, el cual nos llevaría hasta Baños Morales. Desde ahí caminaríamos hasta el Cabrerío, sin embargo, una camioneta nos ve y se detiene inmediatamente para llevarnos. Eran unos tipos con una pinta de escaladores que no se la podían. (Como si adivinaran, mientras caminábamos unas niñas nos dicen “llevan paragüas?? Porque va a llover” presagiando que esas nubes que tapaban el volcán nos mojarían mas adelante).


Llegamos a Cabrerío y comenzamos a caminar. Nos equivocamos en el comienzo, pero un caballero que iba hacia el Marmolejo nos orientó y logramos rodear sin problemas el Morro Negro hasta llegar a el gran Valle de la Engorda.

El volcán San José se asomaba tímido entre las nubes, mostrando sus inmensas laderas blancas, recién cubiertas de nieve, sin embargo las nubes nos amenazaron durante todo el acercamiento. Cruzando el valle aparecieron los esteros que había que saltar y ahí el peso de mi mochila comenzaba a desgastarme. Llegamos al pie de la quebrada sur, lugar donde paramos a hidratarnos, comer un poco y ver bien la ruta la cual estaba muy marcada. Tomamos las mochilas y continuamos subiendo. La quebrada traía muy poca agua comparada con las fotos que habíamos visto y cuando íbamos mas o menos en la mitad comienza a chispear. Unas pocas gotas, pero bastante grandes. Por instantes daba la impresión que quedaríamos empapados, pero luego asomaba el sol y todo parecía mejorar.

Una vez que subimos la quebrada yo iba muy fatigado y no aguanto más y vomito. Aunque me sentí un poco mejor después de eso de todas maneras iba débil. Llegamos a Plantat en el momento preciso que comienza a llover. Alcanzamos a cambiarnos ropa, ordenar un poco y entrar. Curiosamente no había nadie más en el popular refugio. Ya estábamos a 3130 mts. y para todos sería nuestra primera noche sobre la cota de los 3 mil mts.
Estando en Plantat, aprovechamos de conversar, de comer y de hacer una pequeña celebración a Carlos quien ese día cumplió 24 años. Yo me volví a sentir mal, después de haber comido un poco y vomité nuevamente. Ya tendría que pensar muy bien si seguía subiendo al otro día, me sentía débil y con el estómago un poco revuelto. Desde ahí me estabilicé y compartimos como un grupo muy unido al interior del refugio. Era todo el refugio para nosotros y nos reímos, aprovechamos los juegos que había al interior y planificamos el día siguiente. Yo tomaría la decisión a última hora. Hugo, Carlos y Javier comenzaron a ordenar sus cosas pensando en una reestructuración.
A las 6 AM del 26 de enero nos levantamos y no me sentía para nada bien, así que ellos 3 deciden continuar solos. GPS en mano marcamos algunos waypoints (zona de agua, C1 y C2) y con una intensa niebla, los muchachos comienzan el ascenso. Ya eran las 8 AM.


(Relato de Javier, desde Plantat a 4100msnm, 26 de enero)
Caminamos a paso lento, pero constante para que no nos afectara la altura. Programamos el reloj para que sonara cada 30 y 45 minutos para hidratarnos y comer algo y así durante las 4 horas aproximadas que caminamos. A eso de las 12 del día se volvió a cubrir con una niebla y un poco de viento así que decidimos esperar un poco para poder continuar, pero poco a poco se tapó más y comenzó a caer una intensa nevazón. Estábamos en la duda sobre armar o no el campamento. Ya habíamos pasado Las Lajas, nos encontrábamos a 3700 msnm aprox. Esperamos unos 15 minutos sentados detrás de una roca donde analizamos la situación y decidimos armar el campamento en esa parte ya que había agua (corría un pequeño canal cerca). Si despejaba continuaríamos con el ascenso, pero en busca de la ruta para ganar algo de altura para después volver al campamento, pero eso no sucedió. Continuó nevando y estuvimos encerrados hasta las 8 PM, momento en el cual nos dimos cuenta que estaba todo blanco y presenciamos un atardecer maravilloso. Luego nos comunicamos con Jorge por radio, para decirle que decidíamos dejar la cumbre de lado por falta de tiempo, no nos íbamos a poder aclimatar bien ya que pensábamos hacer cumbre el día lunes y bajar ese mismo día al refugio porque el día martes, por el pronóstico que manejábamos, el tiempo iba a estar muy malo. Así que preferimos no arriesgarnos.

(Relato de Jorge, desde Plantat)

Ya en pié, tomé desayuno y después de comunicarme por radio con los muchachos decidí ir al San Josesito, de 3270msnm y que está a un costado del refugio. Cuando subía, vi que 2 personas llegaban al refugio. Llegando a la cumbre comienza a precipitar agua-nieve y decido bajar. Una vez de vuelta, dos montañistas de Santiago trataban de convencerse sobre si continuaban subiendo o no. Finalmente me invitan a que los acompañe a hacer un trekking hasta la zona de Las Lajas, lugar donde apenas teníamos unos metros de visibilidad, comienza a nevar muy fuerte y nos vemos en la obligación de bajar. Me comunico por radio con Hugo quien me informa que están todos bien y esperarán a que pase la tormenta.

Ya en Plantat había llegado más gente, algunos foreros de tricúspide con quienes hablábamos y otros fotologueros. La gran mayoría iba a hacer la travesía San José-Marmolejo, pero iban a esperar en Plantat a que pasara la intensa lluvia que se dejaba caer en ese momento.
Aunque parezca curioso, hasta ese momento no habíamos logrado ver el volcán.

(Relato de Javier, camino a los 4000mts).
El día domingo 27 de enero solamente quisimos conseguir altura, nuestra intención era pasar los 4 mil msnm y ver como nos sentíamos. Nos levantamos como las 6 AM y nos comunicamos con Jorge para explicarle lo que íbamos a hacer. En ese instante pasaron un par de amigos de Santiago que intentarían la cumbre del volcán. Llevaban un ritmo envidiable.
Esa mañana hacia mucho frió y la carpa amaneció con una considerable campa de hielo. Partimos a eso de las 7 AM del domingo y aprovechamos de seguir la huella de los amigos de Santiago que habían pasado antes. Tomamos la decisión de caminar hasta las 10 de la mañana a un paso lento y constante, ya que nos preocupaba que se volviera a tapar como el día anterior, hidratándonos cada 30 minutos. A las 9:30 AM alcanzamos los 4126 msnm, lugar donde comenzaban a aparecer pequeños penitentes. Descansamos y pudimos apreciar el hermoso paisaje, tomar fotografías, descansar y luego de 30 minutos regresamos. Nos sentimos muy bien físicamente, solamente a Hugo le dolía un poco la cabeza. Comenzando a bajar también me dolió la cabeza y aumentaba cada vez más. En el descenso nos encontramos con distintos grupos que se dirigían al C1, gente de Santiago, Rancagua y Talca. Nos comunicamos con Jorge quien ya estaba por llegar al campamento, ahí nos juntaríamos y descenderíamos juntos a Plantat.

(Relato de Jorge, desde los 3800 hasta el regreso)
El día domingo, ya enterado que Javier, Hugo y Carlos habían decidido bajar, me integro a uno de los grupos que saldrían a hacer trekking para llegar, al menos, al sector donde estaba la carpa de mis amigos. Salimos a las 8 AM del refugio. En una caminata bastante liviana, avanzamos rápido, fuimos tomando fotografías y por fin contemplando el volcán San José en todo su esplendor. Fue en ese momento donde me di cuenta del gran desafío que es subir un volcán así. Las dimensiones son incomparables con los cerros que estamos acostumbrados a ver en esta zona. La majestuosidad de esas cascadas de hielo, los inmensos glaciares y el estar rodeado de cerros con 4 mil o 5 mil mts. de altura. Así, entre tanto asombro, llegamos a la carpa y por radio los muchachos me informan que ya vienen bajando. Con Sergio y Cristian (mis cordadas circunstanciales en ese momento) decidimos subir un poco más y a los 3800 mts. aprox. nos volvemos a reunir. Bajamos al campamento y mientras preparábamos las mochilas para bajar comenzamos a sentir los rigores de la altura: unos pocos mareos al hacer movimientos bruscos y dolores de cabeza.

Estando todo listo comenzamos a bajar hasta Plantat. Ya en el refugio, todos los malestares pasan y solo queda disfrutar. Aprovechamos de bañarnos en la lagunita afuera del refugio, comer, fotografiar y volvimos al San Josesito, el cerro de los picados. Hermosa la vista desde esa cumbre, que de alguna forma utilizamos para consolarnos por nuestro “fracaso” ante el San José.

Luego de comer y gestionar el transporte para el regreso, descansamos. Observamos un hermoso atardecer, el único en el que el volcán se dejó ver imponente y poderoso. Volvimos a subir al San Josesito para ver el atardecer.

En la noche, cocinamos afuera del refugio contemplando una espectacular tormenta eléctrica en la cumbre del volcán, donde solo lográbamos ver los destellos silenciosos de relámpagos cercanos en una noche completamente despejada. Luego a dormir y preparar el regreso a casa.
A las 8 AM del lunes 28 de enero comenzamos a bajar. Una agradable mañana nos despide, donde tenemos la posibilidad de apreciar el volcán completamente despejado. El valle de La Engorda se despliega frente a nosotros con sus múltiples canales, después el puente que no pudimos encontrar cuando llegamos, luego el Morro Negro y finalmente el Cabrerío, donde está la camioneta que nos trasladaría hasta Santiago.
Observamos hacia atrás y vemos el volcán San José como una escuela, donde aprendimos mucho, conocimos muy buenas personas y lo mejor de todo que logramos funcionar como un grupo, coordinándonos en todo momento y actuando de acuerdo a lo que encontrábamos más seguro. Y como no conseguimos la cumbre, esperamos volver pronto, más decididos y con más experiencia sobre nuestros hombros para lograr ese tremendo desafío.
Es necesario, por supuesto, agradecer a Dios y a todos aquellos que nos ayudaron a realizar esta expedición. Desde nuestra ciudad hasta llegar a Santiago hubo personas que desinteresadamente nos ayudaron, facilitándonos desde equipo hasta alojamientos. Sin todos ellos no habría sido posible ni siquiera salir de Chillán.

Y de todas formas, el cerro no se moverá de ahí.
¡¡Gracias totales!!

2 comentarios:

Esteban dijo...

Estabas apunado o solo agotado?
muy buen viaje compañero, lástima que no pudieron hacer cumbre, pero la experiencia es la que vale.
Saludos compa.

Anónimo dijo...

SIEMPRE ES BUENO INTENTARLO, Y TAL COMO DICES AI ESTA ESPERANDO, UN ESCALADOR ESPAÑOL QUE TUVO LA OPORTUNIDAD DE ESTAR EN LA CUMBRE.-
ABRAZOS A TODOS Y UN PRECIOSO RECUERDO QUE LLEVARE SIEMPRE.-
ALFACENTAURO